Una historia silenciada: la contribución de España a la independencia de EU

Una historia

La más reciente novela de Jorge Molist, El Español, no solo es un relato de aventuras cargado de amor, venganza y personajes complejos, sino también una reivindicación histórica. A través de una trama apasionante ambientada en el siglo XVIII, el autor rescata un episodio poco reconocido en la narrativa oficial: el papel que tuvo el Imperio español en la independencia de Estados Unidos.

Molist, con una carrera consolidada en la novela histórica, propone una lectura que mezcla el entretenimiento con la reflexión. Su libro no pretende ser un tratado académico, pero sí busca mostrar cómo la influencia hispana fue decisiva en un momento clave de la historia.

“Se ha contado hasta la saciedad la ayuda francesa, pero casi nunca se menciona lo que hizo España. Esa injusticia histórica me llevó a escribir esta novela”, afirma.

Jorge, ¿cómo nació la idea de escribir una novela sobre la participación española en la independencia de Estados Unidos?

—La semilla se plantó cuando trabajaba en Estados Unidos. Me mandaron primero a Cincinnati, donde era el único español en un entorno laboral anglosajón. Aquello me hizo tomar conciencia de mi identidad hispana.

Después, al mudarme a Los Ángeles, me sumergí en la enorme comunidad hispana del sur de California. Mis compañeros me regalaron un libro de historia de 450 páginas sobre la Revolución americana. Elogiaba a Francia en cada capítulo, pero no había una sola mención a España ni al mundo hispano. Eso me pareció tan injusto que quise investigar y contar esa historia silenciada.

¿Qué hallaste en esa investigación?

—Descubrí que España no actuó por romanticismo ni por simpatía con los colonos rebeldes, sino por objetivos muy claros: debilitar a Inglaterra y expandir su territorio. Y lo consiguió. A diferencia de Francia, que no ganó nada, España amplió sus dominios. Eso me llevó a pensar que no podíamos seguir ignorando un papel tan decisivo. Como digo en la novela:

“Sin la participación española, la independencia de Estados Unidos habría sido mucho más difícil, quizá imposible”.

Tu libro se presenta como una novela de aventuras, pero tiene un trasfondo histórico muy marcado. ¿Cómo equilibras ambas dimensiones?

—Yo no quería escribir un manual de historia. El Español es, ante todo, una novela que busca emocionar. Hay una historia de amor prohibido, una trama de venganza y personajes que el lector puede sentir cercanos. Esa es la primera capa. Pero debajo hay reflexiones sobre el despotismo ilustrado, la esclavitud, el poder de la Iglesia y el germen de las futuras independencias hispanoamericanas. El lector puede decidir hasta qué profundidad quiere entrar, pero lo primero es que disfrute.

¿Cómo trabajaste la construcción de los personajes?

—Mi objetivo era que fueran profundamente humanos. No me interesan héroes perfectos ni villanos planos. Quería que el lector pudiera identificarse con sus dudas, sus pasiones y contradicciones. Además, al haber vivido en Estados Unidos, conocí tanto el pensamiento anglosajón como el hispanoamericano. Eso me permitió dotar de matices a los personajes, que no son solo símbolos, sino seres de carne y hueso.

Uno de los temas que aparecen en la novela es la esclavitud. ¿Cómo lo abordaste sin caer en anacronismos?

—Ese fue un reto. Desde la mirada actual, la esclavitud nos parece —con razón— una aberración. Pero en el siglo XVIII muchos la justificaban creyendo sinceramente que hacían un bien, que estaban “civilizando” a los esclavos. Yo quería mostrar esa mentalidad sin juzgarla con ojos del siglo XXI, para que el lector entienda la complejidad de la época.

“La historia hay que leerla en su contexto, no con los prejuicios de hoy”, digo siempre.

¿Qué opinas del debate actual sobre la memoria histórica y el legado del Imperio español?

—Creo que debemos dejar de mirarlo solo desde una óptica nacional y verlo en clave hispana. El Imperio español fue también un espacio compartido con América. Allí se gestaron futuros líderes independentistas que lucharon junto a las tropas de la corona. Es un legado complejo, con luces y sombras, pero es parte de nuestra identidad común.

En redes sociales se generó cierta polémica por el título de tu libro y por llamar “español” a un personaje que nació en Menorca. ¿Qué piensas de esas críticas?

—Sí, lo vi. Algunos creen que solo lo castellano es español, pero esa es una visión muy limitada. Para mí, lo español es todo lo hispano, mucho más amplio que las fronteras políticas de un momento concreto.

Reducir lo español a una sola identidad es empobrecer nuestra historia”. Mi intención con el título no es excluir, sino reivindicar lo que nos une como comunidad hispana.

Tu novela también dialoga con América Latina, ¿qué encontrarán tus lectores en México o en otros países hispanos?

—Encontrarán una historia pensada para ser disfrutada: un amor prohibido, una venganza, aventuras en territorios poco explorados literariamente. Pero también hallarán reflexiones sobre cómo se veía el poder, la religión, la esclavitud o la justicia en el siglo XVIII. Y, sobre todo, se encontrarán con una reivindicación de que lo hispano ha sido fundamental en la historia universal, aunque a menudo se nos olvide.

Después de este libro, ¿crees que cambiará la percepción sobre el papel de España en la independencia de Estados Unidos?

—No lo sé. Quizá mi novela no logre cambiar manuales de historia, pero al menos espero despertar la curiosidad. Que los lectores, al terminarla, piensen: “Ah, entonces sí estuvimos allí, sí fuimos importantes”. Con eso me doy por satisfecho. La literatura puede abrir puertas que la historiografía oficial mantiene cerradas.

El Español es una obra que entrelaza historia y ficción con una intención clara: rescatar la memoria de lo hispano en un capítulo clave de la historia mundial. Molist ofrece a sus lectores un viaje lleno de emociones, pero también una invitación a repensar la herencia compartida entre España y América.