Una historia de nuevos comienzos… diez años de Lunas de Estambul

Una historia

Una novela de nostalgia, de construcción de la identidad, de nuevos comienzos y de ilusión por el futuro. Lunas de Estambul (Planeta), de la mexicana de ascendencia turca y búlgara Sophie Goldberg, hurga de manera cálida y humana en temas como la migración, la fortaleza femenina y la importancia de la memoria colectiva.

La historia, que editorial Planeta publicó en 2015 y que festeja sus diez años de vida con una edición conmemorativa que incluye imágenes y documentos inéditos, narra la vida de Ventura Esquenazi, la abuela de la escritora, que dejó su Turquía natal y llegó para casarse al México de 1927.

Fue pedida en matrimonio por carta. Se atrevió a decir adiós a su familia y llegó sólo con un baúl. En él guardaba ropa de cama bordada por su mamá como ajuar de bodas, algunos manteles tejidos por sus tías, fotografías de la familia, ropa suya y un espejo de plata repujada. Nada se conserva; pero el baúl sí, yo lo tengo”, afirma en entrevista.

Es una historia de nuevos comienzos. Ella quedó viuda a los ocho años de haber llegado a México. Está sola con sus dos hijos en un país que apenas conoce. Se encuentra con mi abuelo. La trama muestra la fortaleza que tenemos las mujeres para recomenzar cuantas veces sea necesario”, comenta.

UNA NOVELA PLAGADA DE NOSTALGIA

La comunicóloga egresada de la Universidad Anáhuac destaca que “se necesita valor y capacidad para ir bordando un futuro en la nueva tierra. Y poco a poco sentirse parte de…, renovarse; si no, es difícil ser feliz en el nuevo lugar”.

Admite que es una novela de nostalgia. “Ésa que sentimos quienes tenemos una migración en la familia y cómo ese desarraigo se nos transmite de generación en generación, ese querer a la tierra de origen. Pero también es una historia de identidad, porque si no sabemos de dónde venimos, no tenemos claro a dónde pertenecemos”.

Reconoce que es difícil decir adiós. “La migración está hoy todos los días en los periódicos, en las noticias, porque han crecido los exilios forzados y voluntarios. Ambos llevan su buena carga de adioses, que son dolorosos y se quedan siempre en el aire”.

Quien se especializó en periodismo en la Universidad de Texas en Austin agrega que Ventura llega en 1927 a “un México posrevolucionario, en plena reforma, que está construyéndose a sí mismo. Le tocó vivir el fin de los años 20, la década de los 30 y los maravillosos años 40. Tuve la suerte de que me contara esta historia; de primera mano escuché los detalles para escribir este libro, basado totalmente en hechos reales”.

Añade que su abuela se fue enamorando del país azteca. “Hace una fusión gastronómica, cultural, musical. Cambia, por ejemplo, la tela con que se cubren las mujeres en Turquía por los rebozos”.

La autora de las novelas Vida y pasiones y El jardín del mar, en la que rinde un homenaje a Bulgaria, destaca el carácter sensorial de Lunas de Estambul. “Yo viví esta historia a través de los sentidos: escuchando la música turca que me ponía mi abuela, cocinando con ella comida otomana y absorbiendo esos aromas que me identificaban con Turquía. Quise que el lector entrara a estas páginas a través de sus sentidos”.

Dice que fue por primera vez a Turquía, a conocer a su familia, sus tíos y primos, hasta finales de los años 90. “Ese viaje fue fundamental para escribir esta novela. De él salió el título. Me enamoré de sus lunas color ámbar. Las veía y pensaba que mi abuela me acompañaba a ese viaje”.

Para ella, esta novela representa un puente y un espejo. “La edad me ha hecho más consciente de la valentía de mujeres como mi bisabuela, mi abuela y mi madre, que sin temor definieron sus vidas”.

Traducida al serbio, al turco y al inglés, y con 13 reimpresiones en español, Lunas de Estambul, señala, “ha tocado en estos diez años los corazones de muchos lectores, que han encontrado las ganas de saber más de ellos mismos”.

Goldberg adelanta que trabaja en una nueva novela, que concibe como un elogio a México. “Se desarrolla en un mercado, porque éstos definen culturalmente a los mexicanos. La situé en La Merced, que fue durante mucho tiempo el estómago de la ciudad. Sucede en los años 50. Debemos recuperar esa época de oro. Es una saga familiar, tres mujeres, la abuela, la hija y la nieta; pero ahora es pura ficción”.