Trump exige a los socios comerciales que inviertan en EE. UU. o subirá los aranceles

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Las amenazas arancelarias del presidente Donald Trump se han convertido en una apuesta por el dinero contante y sonante, ya que intenta aprovechar el poder económico de Estados Unidos para convencer a otros países de que realicen inversiones multimillonarias a fin de mantener el acceso al mercado estadounidense.

La agenda comercial del segundo mandato del presidente tiene claros ecos de su enfoque del libro The Art of the Deal (El arte del trato), y esencialmente exige que los socios comerciales le “muestren el dinero” en forma de promesas de inversión o, de lo contrario, se enfrentarán a aranceles astronómicamente elevados.

Las promesas económicas brindan a Trump la oportunidad de mostrar su destreza negociadora en términos cercanos y alardear de las cuantiosas sumas que está aportando a Estados Unidos, lo que aumenta la intriga de telerrealidad de su agenda comercial. Mientras el gobierno de Trump se apresura a alcanzar acuerdos comerciales con decenas de países antes de la fecha límite del jueves, el presidente ha adoptado una estrategia que va más allá de la apertura de los mercados internacionales y la reducción del déficit comercial estadounidense.

Esta táctica se puso de manifiesto la semana pasada, cuando Trump y su equipo lanzaron un bombardeo de nuevos acuerdos comerciales antes de que venciera el plazo autoimpuesto del 1 de agosto.

“Corea del Sur tiene ahora mismo un arancel del 25%, pero tienen una oferta para rebajar esos aranceles”, escribió Trump en las redes sociales el miércoles. “Me interesará saber cuál es esa oferta”.

Al día siguiente, Trump acordó imponer un arancel del 15 por ciento a las importaciones procedentes de Corea del Sur. La reducción del arancel se produjo después de que Corea del Sur accediera a realizar inversiones por valor de 350.000 millones de dólares en Estados Unidos y comprar gas natural licuado por valor de 100.000 millones de dólares.

Corea del Sur no es el único país que ha hecho tales promesas. Japón dijo que crearía un fondo de 550.000 millones de dólares para inversiones en Estados Unidos. La Unión Europea indicó que sus empresas estaban dispuestas a invertir al menos 600.000 millones de dólares.

Para los expertos en comercio, los compromisos plantean la cuestión de si Trump está negociando con socios o con rehenes comerciales.

“No cabe duda de que se trata de una especie de chantaje global”, dijo Scott Lincicome, vicepresidente de economía general del Instituto Cato, de tendencia derechista. “El hecho es que Trump utiliza la política arancelaria estadounidense para imponer efectivamente estas condiciones a participantes poco dispuestos”.

Pero la naturaleza vaga de estos compromisos informales sugiere que otras naciones también podrían estar buscando formas creativas de escapar a los aranceles de Trump.

Aunque los aranceles son relativamente fáciles de aplicar, los compromisos de inversión y compra no se vigilan tan fácilmente. La Unión Europea, por ejemplo, no tiene autoridad para dictar el tipo de inversiones que ha prometido, y gran parte de las inversiones prometidas por Japón están llegando en forma de préstamos.

Los anuncios de inversiones también han generado confusión y han carecido de los detalles habituales que acompañarían a tales pactos para evitar futuras disputas.

Una gran mayoría de la inversión surcoreana de 350.000 millones de dólares adoptaría la forma de préstamos y garantías de préstamos. Los funcionarios surcoreanos expresaron su confusión sobre lo que querían decir los funcionarios estadounidenses cuando dijeron que el 90 por ciento de las ganancias de las inversiones irían a parar al pueblo estadounidense.

Una hoja informativa en la que se anunciaban los planes de la Unión Europea permitía cierto margen de maniobra cuando decía que “las empresas de la UE han expresado su interés en invertir al menos 600.000 millones de dólares” en “diversos sectores de EE. UU.”

“Creo que aún hay muchas preguntas, incluso por parte de los países que han anunciado compromisos, sobre lo que esos compromisos significan realmente”, dijo Michael Froman, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, y quien fue el principal negociador comercial en el gobierno de Barack Obama. “¿Es exigible? Si no aportan una determinada cantidad de inversión en un periodo de tiempo concreto, ¿se vuelven a aplicar los aranceles?”.

Durante el primer mandato de Trump, el acuerdo comercial que alcanzó con China incluía amplios compromisos de compras chinas de productos agrícolas estadounidenses que nunca se cumplieron. El acuerdo tenía un mecanismo de aplicación, pero resultó ser ineficaz.

Algunas de las promesas de inversión iniciales parecen demasiado grandes para ser ciertas. Nuevos datos de la Oficina de Análisis Económicos muestran que, en 2024, el gasto extranjero para adquirir, poner en marcha o ampliar empresas estadounidenses ascendió a 151.000 millones de dólares, una pequeña fracción de los nuevos compromisos anunciados. El compromiso de inversión de 600.000 millones de dólares de la Unión Europea equivale al valor total de los bienes que Estados Unidos importó de Europa el año pasado.

Aunque Estados Unidos ha sido durante mucho tiempo un imán para la inversión extranjera, no están claros los efectos a largo plazo de obligar a los países a invertir bajo coacción.

“Este es el tipo de acuerdo que más bien esperarías ver en un mercado emergente que no puede atraer capital por méritos propios”, dijo Aaron Bartnick, quien trabajó en la Oficina de Política Científica y Tecnológica de la Casa Blanca durante el gobierno de Joe Biden. “Y puede que con el tiempo nos encontremos con que si Estados Unidos insiste en actuar como un mercado emergente, nuestros socios comerciales empiecen a tratarnos en consecuencia, con condiciones más onerosas y tarifas menos favorables con las que las empresas y los consumidores estadounidenses no están acostumbrados a tratar”.

Independientemente de las implicaciones económicas, las tácticas de Trump no muestran signos de remitir, ya que regularmente reivindica más de 10 billones de dólares —y va en aumento— en inversiones de empresas y países extranjeros.

Daniel Ames, un profesor de la Columbia Business School que enseña estrategia de negociación, dijo que el enfoque de Trump sobre los acuerdos comerciales parece sacado directamente de sus días como promotor y hombre de negocios. Trump se hizo famoso por desestabilizar a sus interlocutores en las negociaciones con ofertas muy bajas, deslumbrantes argumentos de venta y una habilidad para sacar partido de la debilidad del contrario a fin de ganar influencia.

Sin embargo, Ames señaló que países como Japón, Corea del Sur y la Unión Europea también podrían jugar con el sentido de vanidad de Trump cuando dan a conocer promesas de inversión descomunales que, en última instancia, podrían resultar vacías.

“Donald Trump es un narrador con talento, y creo que cuando sus homólogos lo reconocen, pueden aprovecharse de ello”, dijo Ames. “Si estás negociando con un narcisista, buscas formas de hacerle sentir que ha ganado”.