México enfrenta una brecha de bienestar laboral que limita su productividad

El bienestar laboral se ha vuelto un factor económico tan decisivo como la infraestructura para sostener la productividad y la competitividad, señalan algunos especialistas. La evidencia muestra que mejorar las condiciones físicas, emocionales y sociales de los trabajadores no solo eleva la moral, sino que tiene un impacto directo en el rendimiento, la innovación y los resultados financieros.
Un informe global de EY (“Wellbeing: A Sound Investment”) muestra que mejorar las condiciones de bienestar puede elevar la productividad hasta 12% y generar un retorno promedio de 4 a 1 en programas de salud y bienestar. Otros estudios, como los de Gallup y la Organización Mundial de la Salud, han documentado reducciones de rotación y ausentismo de hasta 40% en empresas con estrategias integrales de bienestar.
Pero México, uno de los países con menor productividad laboral, se está muy lejos de estándares internacionales. De acuerdo con investigaciones del Instituto de Propósito y Bienestar Integral, el 94% de las organizaciones del país cumple únicamente con los niveles mínimos de bienestar, mientras que solo 10% a 15% ha desarrollado una cultura que prioriza la salud emocional, el liderazgo empático y la flexibilidad laboral.
“Hay empresas que ya compiten globalmente y están adoptando estándares internacionales de bienestar, pero la mayoría sigue enfocada en el cumplimiento básico”, explica Rosalinda Ballesteros, directora del instituto. “El desafío es pasar del deber al convencimiento: entender que invertir en bienestar no es un costo, sino una fuente de productividad”.
No hay nearshoring sin trabajadores felices
En un estudio, el Banco de la Reserva Federal de Dallas advirtió que México enfrenta un rezago estructural en productividad total de los factores (TFP) y que, para capitalizar el nearshoring, deberá elevar no solo su inversión física, sino la eficiencia de su capital humano. El reporte advierte que durante décadas el crecimiento económico de México ha dependido principalmente de una fuerza laboral más numerosa y de inversión física, pero esas ganancias han sido neutralizadas por un pobre crecimiento de la productividad.
“México ya no puede depender únicamente del impulso demográfico para expandirse”, señala el análisis, “debe liberar su potencial de productividad para escalar al siguiente nivel”.
Para Ballesteros esa eficiencia pasa también por el bienestar de las personas. “Una persona descansada, con propósito y con equilibrio produce más y mejor”, afirma. “El bienestar no es solo sentirse bien, es una estrategia concreta para elevar la productividad”, explicó durante el evento Wellbeing 360 de la Universidad TecMilenio.
De acuerdo con el Foro Económico Mundial, los países que invierten en bienestar integral —educación, salud mental, movilidad y equilibrio entre trabajo y vida personal— son también los que presentan mayores tasas de innovación y productividad per cápita.
En contraste, las economías con jornadas más largas, menor descanso y altos niveles de estrés tienden a crecer menos. México, donde más del 30% de los trabajadores dedica más de 48 horas semanales a su empleo, enfrenta justamente un dilema donde trabajar más no está significando producir más y tampoco en ganar un mejor salario.
¿Qué dicen las evidencias?
En 2020, la marca Ikea introdujo “Días de Bienestar” (Wellness Days), permitiendo 12 días libres al año para autocuidado o emergencias. Este enfoque en la salud mental contribuyó a una reducción en la rotación de empleados del 35% al 24.5%.
Y según un estudio del Foro Económico Mundial y el McKinsey Health Institute, publicado en enero de 2025, se estima que la inversión en bienestar de los trabajadores podría generar hasta 11.7 billones de dólares de valor económico adicional a nivel global. Lo cual equivale aproximadamente a una oportunidad de entre 1,100 y 3,500 dólares por persona, o del 17% al 55% del salario promedio anual.
Una decisión de inversión bien justificada
Además del impacto en la productividad y las ganancias directas de la empresa, la salud de los empleados se está convirtiendo en un factor crucial para los inversores y la reputación corporativa, debido a que cada vez se toman más decisiones de alianzas, inversión y cadena de proveedores con base en el factor S (Social) de los criterios de ESG de corporaciones y fondos, señala el Foro Económico Mundial (WEF).
De hecho, el organismo señala tres casos de estudio que demuestran el impacto en las tasas de retorno de inversión (ROI).
La empresa suiza de ropa deportiva On, implementó un programa de salud enfocado en mejorar el presentismo y reducir la rotación que la ayudó a alcanzar un retorno de inversión de 11.6 veces, equivalente a 2.9 millones de dólares anuales en ganancias de productividad.
En el caso de Experian, una empresa de datos de conusmo, el uso de análisis predictivos sobre el bienestar y el compromiso de los empleados permitió reducir la rotación global en 4%, con ahorros de 14 millones de dólares en dos años.
Otro ejemplo es Vitality, una aseguradora que integró métricas de bienestar en sus modelos de gestión. Sus empleados más comprometidos con el programa perdieron 50% menos días laborales por presentismo y tuvieron 28% menos ausencias que el resto.
Talento perdido, resultados financieros en riesgo
Por su parte, la maestra Abril Torres, especialista en estudios de género y coautora del libro Ambientes Positivos, enfatiza que el bienestar no puede separarse de la inclusión laboral, un componente que también impacta la productividad.
“Las políticas de inclusión no son un gasto, son una inversión que se refleja en mayor eficiencia, lealtad y productividad”, sostiene. “Gran parte del talento que México necesita para competir globalmente está guardado en las mujeres que no pueden incorporarse plenamente al trabajo formal porque las estructuras laborales siguen pensadas para un perfil masculino que no considera las responsabilidades de cuidado.”
De hecho, la autora señala en el libro que las empresas que mantienen políticas de inclusión de grupos vulnerables tienen un 25% más de probabilidades de éxito financiero que las que carecen de éstas.