“Los muertos tienen la palabra”, del Dr. Philippe Boxho: cuando el cuerpo habla después de la muerte

“Los muertos tienen la palabra” del Dr. Philippe Boxho no es solo un título sugerente. Es una declaración de intenciones que atraviesa con bisturí la frontera entre la ciencia y la intimidad humana, entre la muerte y lo que deja atrás.
Publicado por la editorial Grijalbo, este ensayo testimonial del prestigioso médico forense belga —que ha vendido más de un millón de ejemplares— ha resonado tanto en el ámbito médico como en el cultural. Boxho, estrella editorial en Europa, ha sido entrevistado por grandes medios, donde ha reafirmado su mensaje con una mezcla de crudeza científica y compasión narrativa.
¿De qué trata el libro (sin spoilers)?
Los muertos tienen la palabra es un recorrido íntimo, clínico y filosófico por la experiencia forense del Dr. Philippe Boxho. Pero más allá de las autopsias, el libro es una indagación en la condición humana, narrada desde el frío acero de la mesa de disección.
No se trata de un manual técnico ni de un simple anecdotario de casos. Es, como lo señala el autor en el prólogo: “Un cadáver puede mentir, pero en general dice la verdad. Hay que saber escucharlo”. Cada capítulo examina no solo un cuerpo, sino lo que ese cuerpo dice del mundo que lo produjo: la violencia doméstica, la negligencia médica, la soledad de los ancianos, las fracturas sociales.
Lo que dice el autor (y cómo lo dice)
El estilo de Boxho es directo, a veces irónico, pero profundamente humano. Es un forense que no deshumaniza: “El cuerpo nunca miente”, escribe, “pero casi siempre llega demasiado tarde para defenderse”.
En su escritura hay una mezcla de pedagogía y confesión. Explica procedimientos complejos como la lividez cadavérica o la estimación del tiempo de muerte con una claridad que seduce incluso al lector profano. Pero también se permite reflexiones más hondas: “Morirse de golpe es lo ideal. Pero la vida rara vez concede ese lujo”.
Su voz no se oculta tras el lenguaje técnico. Al contrario, lo utiliza como trampolín para saltar al terreno de lo ético, lo social y lo existencial. La muerte es, en sus manos, una forma de narrar lo que somos cuando ya no estamos.
Por qué vale la pena leerlo hoy
En una época que tiende a estetizar la muerte o a esconderla bajo la alfombra de los eufemismos, este libro la devuelve al centro de la escena. No como morbo, sino como espejo.
Boxho no busca escandalizar ni consolar. Busca mostrar. Y lo logra con una precisión quirúrgica que recuerda a Atul Gawande en Ser mortal o incluso a Annie Ernaux cuando habla de cuerpos como archivos sociales. Su lectura es incómoda, pero necesaria: porque entender cómo morimos es entender cómo vivimos.
Frases memorables
• “Mi trabajo consiste en devolver la verdad, toda la verdad, nada más que la verdad, pero la verdad del cuerpo.”
• “A menudo me dicen que mi oficio es siniestro, pero yo lo considero útil, incluso esencial.”
• “Los cuerpos hablan, en todo momento, incluso después de la muerte. Solo hay que saber leerlos.”

¿Qué lugar ocupa en la literatura médica y testimonial?
Los muertos tienen la palabra se inscribe en esa tradición híbrida entre ensayo, autobiografía y crónica, tan cultivada por médicos-escritores como Oliver Sacks o Paul Kalanithi. Pero su singularidad reside en la mirada europea y judicial: cada historia no solo tiene un cuerpo, tiene un contexto legal, político y humano.
Este libro no pertenece al género noir ni al thriller forense. Pertenece a esa categoría más rara: la literatura escrita por quienes han visto la muerte de cerca y no han salido indemnes, pero sí más lúcidos.
En tiempos donde la inmediatez lo devora todo, este libro nos obliga a parar y mirar. A mirar la muerte, sí, pero también la vida que la precede. Porque como dice el Dr. Boxho: “No me asusta morir. Me asusta hacerlo sin sentido”.
Esta reseña de Los muertos tienen la palabra es también una invitación: a leer sin prejuicios, a escuchar lo que el silencio del cuerpo todavía tiene por decir. Porque al final, los muertos sí tienen la palabra. Y en libros como este, la usan con inteligencia y compasión quirúrgica.