Claudia Piñeiro hurga en la relación del poder y prostitución en ‘La muerte ajena’

La periodista Verónica Balda, que conduce uno de los programas de radio más escuchados de Buenos Aires, dio a conocer una mañana una noticia especial: una joven de 23 años cayó de un quinto piso en el barrio de Recoleta.
Después, la protagonista descubre que se trata de su media hermana, Juliana, que era escort o compañía VIP de varones y que el departamento donde estaba era de un reconocido empresario.
La antigua y oscura relación entre el poder y la prostitución es el tema que inspira la novela más reciente de la escritora argentina Claudia Piñeiro (1960), La muerte ajena (Alfaguara), que hurga en las diversas formas que ha adquirido la exploración de la mujer.
El tema es la explotación de la mujer, pero no sólo la sexual, sino que ahora es utilizada también con fines políticos, de espiar a alguien u ocupar cargos políticos que favorezcan a ciertos grupos”, comenta en entrevista la narradora que anoche presentó su libro en la librería El Sótano de Miguel Ángel de Quevedo.
La historia tiene una mirada feminista, pero no es el tema central. Quise recrear la complejidad que ha adquirido la explotación de la mujer. Por ejemplo, ves a diputadas, senadoras o ministras que no tienen idea de lo que están haciendo, sino que están ahí para hacer lo que piden los señores que las pusieron.
La prostitución se ha transformado. Ahora hay páginas en internet donde ya no hay intermediarios para ejercer este oficio. Ellas deciden practicarlo porque ganan más. A veces sólo muestran fotos o sostienen por WhatsApp ciertas conversaciones. Es un problema que el feminismo no ha podido comprender. Aún no tenemos una respuesta”, agrega.
La también dramaturga y guionista explica que la historia de la joven que se lanzó o fue lanzada desde ese departamento es un caso real que pasó en Argentina. “Me impactó esa imagen. Me interesó porque habla de la prostitución en una clase social alta, cercana al poder, que no tiene que ver con la prostitución de calle.
Empecé a investigar. Fue algo difícil. Me reuní con jueces que atienden casos de agencias de modelos relacionadas con la prostitución, con periodistas. Pero ellos sólo llegan hasta un punto, del que no pueden avanzar si la chica no denuncia. Y regularmente no lo hacen. Entonces me dije ‘si a la justicia y al periodismo les cuesta avanzar, vamos a acercarnos con la ficción”, destaca.
Piñeiro detalla que en esta novela recurrió a lo que se llama el narrador poco confiable. “Son tres personajes narrando su punto de vista, pero mienten. El lector duda primero de su lectura, pero luego concluye que lo están engañando. Quiero reflejar esta época de la posverdad”, concluye.