Científicos chinos descubren que el tomate es la “madre” de la papa

La papa, ese tubérculo básico en millones de hogares, tiene un origen sorprendente: el tomate. Científicos descubrieron que un antiguo cruce genético entre una planta parecida a la papa y el tomate, hace unos 9 millones de años, dio lugar a la patata moderna, hoy en día uno de los tres cultivos alimentarios más importantes del planeta.
Este hallazgo fue realizado por un equipo internacional liderado por el Instituto de Genómica Agrícola de Shenzhen y la Academia de Ciencias Agrícolas de China, junto con expertos de Canadá, Reino Unido y la Universidad de Lanzhou. Su investigación fue publicada en la prestigiosa revista Cell.
El descubrimiento que cambia lo que sabíamos sobre la papa
Los científicos analizaron el ADN de más de 100 genomas y 349 muestras de papas cultivadas y sus 56 parientes silvestres. Con estos datos, concluyeron que todas las papas actuales tienen genes tanto del tomate como de una planta llamada Etuberosum, similar a la papa, pero sin tubérculos.
Este “matrimonio” genético ancestral se dio aproximadamente hace 5 millones de años después de que el tomate y el Etuberosum se separaran evolutivamente. El resultado fue la creación del tubérculo que hoy conocemos.
“El tomate sirvió como madre y el Etuberosum como padre”, explicó el investigador Huang Sanwen.
¿Por qué la papa tiene tubérculos y sus padres no?
Una de las grandes incógnitas que resolvió el estudio fue por qué ni el tomate ni el Etuberosum desarrollan tubérculos, mientras que su descendiente sí. La clave está en una reorganización genética única que ocurrió durante la hibridación.
Dos genes fueron esenciales:
• SP6A (aportado por el tomate), que le indica a la planta cuándo empezar a formar tubérculos.
• IT1 (aportado por el Etuberosum), que regula el crecimiento de los tallos subterráneos.
Sin estos dos genes combinados, no habría papa como la conocemos.
El tubérculo que conquistó el mundo
Originaria de Sudamérica, la papa es hoy el cultivo de tubérculo más importante del mundo, valorado por su alto contenido nutricional, adaptabilidad y facilidad para reproducirse sin semillas. Almacena agua y almidón, lo que le permite sobrevivir en climas extremos.
Además, gracias a su “ADN en mosaico”, resultado de la mezcla genética de sus progenitores, las papas modernas pueden adaptarse a distintos entornos: desde tierras templadas hasta zonas montañosas.
Un hallazgo clave para el futuro del cultivo
Este descubrimiento no solo resuelve un misterio evolutivo, también abre nuevas posibilidades para mejorar genéticamente la papa: más resistente, más nutritiva y mejor adaptada al cambio climático.
“Evolucionar un tubérculo trajo una ventaja evolutiva enorme y permitió una explosión de nuevas especies que ha contribuido a la rica diversidad en las patatas que vemos y de las que dependemos hoy”, puntualizó Huang.